Yo lo he visto pasar,
y quién no, en el pago,
como una sombra pegao
a su hermano,
nunca vi cosa igual,
ni los adobes del rancho
que los cobijó junto a su mama
estuvieron tan pegados como ellos,
ni los ojos de sus ojos
vieron tanto pa dentro.
Un día quise cantarles
una milonga bien pampa,
como sus huesos,
pero la muerte me ganó de mano,
y Antonio Garallaldes
se marchó pa siempre,
y quedó solo Eduardo.
Pero no ha de ser la perra suerte
la que me arrime olvido,
por vos, hermano,
vuelvo a gurí,
y veo el vuelo de tu alma
con aquellas gaviotas
que forjaron mi primer sonrisa
de mocoso ingenuo,
cuando te ensuciaban el sombrero.
Con la pata afirmada
al pescante y echao
al respaldo las riendas de tiento,
con el negro chambergo a la frente,
antigua de sueño
y antigua de tiempo,
yo lo he visto pasar...
encorbao y callao,
yo le he visto flamear...
su pañuelo enlutao.
Con el látigo echao en el hombro
del saco raído,
rateao por los años,
y a su lado,
pegao como sombra,
la grave figura de su único hermano,
yo lo he visto pasar...
encorbao y callado,
yo lo he visto pasar...
enyuntando un dolor.
De gurí se me arrima
el recuerdo,
de aquellas aradas
y siembras al paso,
y esas tardes que
al rancho llegaba,
y al campo me asías
alzado en tus brazos,
nunca habré de olvidar
el calor de tu mano,
ni el deseo de andar
correteando a tu lao.
Alambrando potreros ajenos
pasaste la vida estirando esperanzas,
pero el poste se quiebra de cuajo
y la púa del tiempo la vida te arranca,
yo te he visto cinchar,
pa ganarte un bocao,
correteando a tu lado,
mi recuerdo ha de estar.
compositores: Jose Larralde
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