Déjame, señor, mirarte bien por dentro,
Entrar en tu corazón y dejarme seducir
Y que aumenten mis deseos de querer ser como tú,
Conocerte internamente, amarte y seguirte más,
Apostar mi vida junto a ti, déjame verte, señor,
Amando hasta el extremo, dejándote la piel,
Entregando las entrañas, tus entrañas de mujer,
En una toalla y un lebrillo, en un acariciar los pies,
En un mirarnos hasta el fondo sin nada que reprochar
Y sin nada que pedir, y con tanto para dar.
Yo, el maestro y el señor, ya no puedo amaros más,
Pues como el padre me ha amado, así os he amado yo.
Os dejo mi vida entera en este vino y este pan,
Este pan que soy yo mismo que me parto y que me doy,
Mi deseo es que os améis de corazón, yo también os quiero ver
Amando hasta el extremo, dejandoos la piel,
Entregando las entrañas como lo hadce una mujer,
En una toalla y un lebrillo, en un acariciar los pies,
En un miraros hasta el fondo sin nada que reprochar
Y sin nada que pedir y con tanto para dar.
Sí, te doy todo lo que soy para que sigas amando.
La lucha por la justicia entra en esta intimidad,
Que se llena de personas y rostros que acariciar,
Que me impulsa desde dentro a comprometerme más,
Todos caben en tu corazón, quiero seguirte, señor,
Amando hasta el extremo, dejandome la piel,
Entregando las entrañas, mis entrañas de mujer,
En una toalla y un lebrillo, en un acariciar los pies,
En un mirarlos hasta el fondo sin nada que reprochar
Y sin nada que pedir y con tanto para dar.
compositores: María Teresa López Martínez
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