Todo en ella encantaba, todo en ella atraía
su mirada, su gesto, su sonrisa, su andar...
El ingenio de Francia de su boca fluía.
Era llena de gracia, como el Avemaría.
¡Quién la vio, no la pudo ya jamás olvidar!
Ingenua como el agua, diáfana como el día,
rubia y nevada como margarita sin par,
por influjo de su alma celeste... amanecía...
Era llena de gracia, como el Avemaría.
¡Quién la vio, no la pudo ya jamás olvidar!
Cierta dulce y amable dignidad la investía
(no canta esta estrofa)
de no sé qué prestigio lejano y singular.
Más que muchas princesas, princesa parecía:
era llena de gracia como el Avemaría.
¡Quien la vio, no la pudo ya jamás olvidar!
Yo gocé del privilegio de encontrarla en mi vía
(no canta esta estrofa)
dolorosa; por ella tuvo fin mi anhelar
y cadencias arcanas halló mi poesía.
Era llena de gracia como el Avemaría.
¡Quien la vio, no la pudo ya jamás olvidar!
¡Cuánto, cuánto la quise! ¡Por diez años fue mía;
pero flores tan bellas nunca pueden durar!
¡Era llena de gracia, como el Avemaría,
y a la fuente de gracia, de donde procedía,
se volvió... como gota que se vuelve a la mar!
Era llena de gracia, como el Avemaría.
compositores: Amado Nervo
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